jueves, 28 de septiembre de 2017

'Joy Division': Del alma de Ian Curtis a New Order

"Walk in silence, don't walk away, in silence. See the danger, always danger, endless talking, life rebuilding. Don't walk away". Así empieza Atmosphere, de Joy División. No se fue en silencio, Ian Curtis. Un poeta de Manchester. Un alma atormentada por el éxito de la que pudo ser una de las bandas más legendarias de la historia. Tenía base para ello, pero como tal estuvo vigente desde 1976 -gira con los Buzzcoks mediante- a 1980, año en el que Curtis decidió suicidarse. Un sacrificio, eso sí, que paradójicamente sirvió de germen a New Order, una de las bandas más influyentes de los 80's y 90's.


Pero volvamos al principio, 1976. Un Manchester gris, sucios, oscuro. Cuna de la Revolución Industrial y de la música punk. La historia está a punto de cambiar en ese concierto de los Sex Pistols a los que solo acuden 30 personas. La película 24 hours party people lo cuenta espléndidamente. Nace así el sonido Manchester que se va extender por suerte al resto del mundo. Imparable. Un grito que catapultaron, entre otros, Factory Records con Alan Erasmus, Tony Wilson y Martin Hannet. Y como mayor exponente de esa eclosión de poesía y música: Joy División.

Con ese halo divino y trascendental, el fotógrafo y director, Grant Gee, rodaba en 2007 -absolutamente todo- un documental homónimo sobre la mítica banda liderada por Ian Curtis. Un trabajo de poco más de hora y media con los testimonios de Bernard Sumner,​ Peter Hook y Stephen Morris, además de los anteriores Erasmus, Wilson y Hannet, que acompañan a los miembros originarios de Joy Division y que continuaron el legado con New Order.



Un documental que desborda humanidad. Los protagonistas se abren en canal para confesarse, literalmente, sobre los cuatro años que experimentaron la vida a través de Joy Division. Y de paso nos acercan aún más a Ian Curtis, eses genio que decidió irse con solo 24 años. Aparece el Curtis más humano y como controversia, habla Annik Honore, la amante belga del cantante y, según las malas lenguas, causa de que perdiera la cabeza. Por si esto sabe a poco, el mismo año se rodó Control, ficción sobre el desarrollo de la banda y donde también se entra hasta el corvejón en este asunto.

Un viaje en el tiempo

El documental de Gee cumple con todos los cánones del género. Lineal, sin posibilidad de pérdida. La puesta en escena, alternando imágenes del Manchester de antes con el de ahora y los enclaves que cambiaron el destino de la música punk, pop, rok y electrónica, es sublime; fantástica. Todo un viaje en el tiempo sin necesidad de salir del sofá de casa.


Así pues, colocados en escena, los testimonios de los protagonistas no pueden ser más sinceros. La emoción de sus palabras las haces tuyas. Tocan, como las canciones ya para la posteridad de Joy Division. Para los seguidores de Curtis y los suyos es todo un regalo de solo hora y media que vuela. Y aquellos que aún no se acercado a esta legendaria banda tienen una oportunidad única de abrir su mente y su alma a la poesía y a la música más profunda gracias a Netflix, donde está actualmente este documental.

Y junto a las voces y los testigos de un momento crucial para la música, imágenes que alternan el blanco y negro -contrastes de la vida- con el color y las actuaciones más emblemáticas de la banda, con sus temas principales, que son toda una montaña rusa de sentimientos. Digital, Love Will Tear Us Apart, Transmission o Cermony, la última canción de Ian Curtis. Y como no, el colofón de Atmosphere. De las cenizas de Joy Division al despegue de New Order. Todo ese viaje, ese recorrido, simplemente es fascinante. Y gracias a este pulcro y sincero documental podemos experimentarlo una y otra vez. Un documento sonoro y visual, pues, imprescindible.



Ficha Técnica


Título original: Joy Division

Año: 2007

Duración: 93 min.

Género: Documental

País: Reino Unido Reino Unido

Director: Grant Gee

Guión: Jon Savage

Música: Joy Division

Fotografía: Grant Gee

Puntuación: 9/10

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