miércoles, 12 de marzo de 2014

'Dallas Buyers Club': Los estragos del SIDA

La vida cambia de forma brutal e inesperada. Estados Unidos no se había despertado de la pesadilla de Vietnam y el fin del auténtico sueño americano nacido tras la II Guerra Mundial cuando, de golpe y porrazo, el SIDA sacudió a toda una generación que veía a esta enfermedad exclusiva de colectivos homosexuales.

Ron Woodroof, electricista de profesión, cowboy de rodeo texano en sus ratos libres, drogadicto, mujeriego, homofobo y 'buscalíos' por vocación, representaba a la perfección la ingenuidad de esa generación. Hasta que el mítico actor Rock Hudson, homosexual confeso, no diera a conocer ser portavoz del SIDA -durante la cinta se hace mención a su caso-, la pandemia se extendió por esa falta de información y la sensación irreal de que solo este grupo podría contraerlo.

Craso error el que cometieron "hombretones" como Woodroof y otros de su quinta que se entregaron al desenfreno del sexo sin protección y la droga por doquier. Los excesos se pagan y al texano, con síntomas evidentes de que algo no funcionaba en su organismo, le diagnosticaron ser portador y enfermo del VIH, dándole una esperanza de vida de 30 días, para su sorpresa y consecuente pavor.


Durante los 80, la peor época del SIDA, solo el AZT en fase experimental paliaba en apariencia los efectos de tan devastadora enfermedad, pero pronto el texano, con ayuda de varios médicos díscolos y una inmensa fuerza de voluntad -venció al virus durante siete largos años- comprueba la ineficacia del medicamento, emprendiendo entonces una lucha contra las autoridades sanitarias para reconocer el derecho de los enfermos del virus a automedicarse con otras sustancias más efectivas.

Esta historia real de sufrimiento y superación emocional le ha valido Jean-Marc Vallée (C.R.A.Z.Y.) para rodar Dallas Buyers Club, película basada en la experiencia del cowboy y como la afección trastocó su vida, las "amistades" y, sobre todo, la percepción y el concepto que el texano tenía de los homosexuales.

Vallé rodando al hombro una de las escenas de la película (Vertigo Films).
El mundo del cine ya se había aproximado a esta temática con gran atino en Philadelphia (1993). Cinta muy próxima en el tiempo con los acontecimientos que Vallée relata en su última película, pero que abordaba el SIDA desde la perspectiva homosexual, causante para muchos de su propagación.

Aquí el director canadiense va más allá, enfocando el VIH en la heterosexualidad, más común de lo que entonces se entendía. Vallée plasma perfectamente la evolución de todos los personajes y brinda, además, interesantísimos planos rodados con luz natural, en una única cámara y en muchas ocasiones al hombro, que rescatan la esencia del sur estadounidense en la peligrosa década de los 80. Periodo con muchos claro-oscuros, como se evidencia en el filme, merced a la fotografía de Yves Bélanger.

La confirmación de Matthew McConaughey

La historia conmueve, cierto. Pero más aun lo hace la legendaria interpretación de un actor enorme como Matthew McConaughey, que se mete en la piel -literalmente hablando- de Ron Woodroof. Una interpretación magistral que le ha valido el Oscar a mejor actor en la última edición de los Premios de la Academia.

Matthew McConaughey ganó el Oscar por su brillante interpretación de un enfermo de SIDA (Vertigo Films).

La mayoría de la crítica y el público coincide en destacar -de un tiempo a esta parte y con razón- el cambio radical en la filmografía del actor texano, que ha pasado de películas ridículas como Los fantasmas de mis exnovias o Sahara -donde compartía escena con la "admirable" Penélope Cruz-, a obras maestras como Mud, El lobo de Wall Street, donde protagoniza diez minutos memorables, o True Detective, que tiene maravillados a los 'seriéfilos'.

El texano derrocha carisma en el filme (Vertigo Films).
Sin embargo, antes de este reconocido progreso en su trayectoria profesional, McConaughey había ofrecido trabajos más que interesantes en Contact (1997), U-571 (2000) o la previsible El Imperio del fuego (2002), donde es el único que se salva de todo el reparto y se come a un actor que goza del favor de todos como Christian Bale. Sirva esto para romper una lanza a favor de un interprete muy denostado con anterioridad y que, como ocurre en muchas ocasiones, ahora es encumbrado por los mismos que le reprobaban en sus inicios.

Es evidente que con Dallas Buyers Club, McConaughey se ha confirmado como estrella definitiva en el séptimo arte. Su ascenso es imparable y bien se lo merece este actor de método. Una técnica que el texano pone en práctica en su fiel representación del enfermo de SIDA Woodrof, papel para el que ha tenido que adelgazar 23 kilos y desmejorar su figura hasta límites insospechados.

Aparte de la inmejorable caracterización, McConaughey derrocha carisma, talento y personalidad durante todo el metraje. Impresiona la evolución mental que experimenta a medida que la enfermedad se ha adueñado de la vida de Ron. Y lo hace sin caer en la amargura de su dolor, si no todo lo contrario, convirtiéndose en adalid de la lucha contra la injusticia y la discriminación social.

La recreación del texano permite vivir un experiencia personal que, sorprendentemente, nos produce empatía por este personaje, casi anti-héroe que, por los golpes de la vida, descubre su humanidad y hace partícipe de ella a los amigos más inesperados: los homosexuales.

Poderoso Jared Leto

En este punto cobra especial importancia el personaje de Jared Leto (La delgada línea roja, El señor de la guerra), Rayon -que al igual que la doctora Eve no es real si no el conjunto de varias personas-. Poderosa interpretación de otro actor que se entrega al método como el que más, llegando a perder hasta 13 kilos. Aquí da vida de forma espléndida y veraz a un travestí de buena familia que, gracias su sensibilidad, provoca el crecimiento humano de Woodroof.

Jared Leto plasma a la perfección los rasgos de un travestí (Vertigo Films).

Radicalmente opuestos, ambos comparten algo esencial: las ganas de superar el SIDA. Los dos fundan el Dallas Buyers Club, cúmulo de asociaciones sacadas de la manga para mitigar el dolor y sufrimiento de los descarriados 'sidosos'. En apariencia son lo más bajo de la sociedad, pero con la clarividencia que escenifican en pantalla, consiguen enternecer y emocionar.

Ambos actores se alzaron con el Oscar en sus categorías.
La interpretación de Leto también significó otro premio Oscar; esta vez, a mejor actor secundario. Galardón merecido. El de Louisiana emula con facilidad pasmosa la voz femenina. De hecho, en numerosas ocasiones parece tratarse de una verdadera mujer, lo que deja patente la calidad de su trabajo.

El saber hacer de Leto ayuda aun más si cabe a encumbrar la figura de McConaughey. Con su actuación, evidencia la importancia de un buen secundario a la hora de elevar el valor del filme. Algo a lo que contribuyen, con más o menos acierto, Jennifer Garner (Juno), como la doctora Eve, quizá la más floja de la película por la poca gracia que inspira su actuación; y Steve Zhan (Treme), en un registro -policía- con poca repercusión en la historia, como la aparición de Griffin Dune (Un hombre lobo americano en Londres).

De la escasez una virtud

Tanto la caracterización de Leto como de McConaughey, aparte de los extras enfermos de SIDA son, además de su calidad interpretativa, un logro del trabajo de maquillaje, que merecidamente se llevó el reconocimiento de La Academia en los premios Oscar. 

Con un presupuesto reducido para esta faena -menos de 250 dólares en total- el trabajo final es inmejorable. Claro ejemplo de hacer de la escasez una virtud. Paradójicamente, tal vez los pocos recursos con los que fue rodada -tan solo 25 días- contribuyen a dar más verosimilitud si cabe a una película impactante y profunda Trabajo excelente de todo el equipo técnico.

El brillante trabajo de maquillaje se llevó el Oscar en la última edición de los Premios de La Academia (Vertigo Films).

El resultado final es un producto que no podría estar más de actualidad, ahora que se repunta el consumo de droga y la gente se ha olvidado de la protección en las relaciones sexuales. El SIDA se ha estabilizado, sí. Pero su fantasma sigue ahí, esperando a un fallo para volver a propagarse.

Woodroof y otros no tuvieron la suerte de la información con la que gozamos ahora sobre los estragos de esta enfermedad. Su lucha contra la intolerancia y la marginación de la sociedad a unos seres humanos caídos en desgracia queda en el recuerdo. Memoria que Vallée ha querido rescatar en pleno siglo XXI en una película cruda cuya exhibición debería ser de obligado cumplimiento en los institutos como ejemplo de superación y solidaridad ante la adversidad.

Ficha Técnica


Título original: Dallas Buyers Club

Año: 2013

Género: Drama / Enfermedad / Hechos Reales / Biográfico

Duración: 117 min.

País: Estados Unidos 

Director: Jean-Marc Vallée

Guión: Craig Borten, Melisa Wallack

Música: Varios

Fotografía: Yves Bélanger

Reparto: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto, Steve Zahn, Dallas Roberts, Denis O'Hare, Griffin Dunne, Kevin Rankin, Lawrence Turner, Jonathan Vane

Premios: 2013: 3 Premios Oscar: Mejor actor (McConaughey), actor secundario (Leto) y maquillaje
               2013: 2 Globos de Oro: Mejor actor (McConaughey) y actor secundario (Leto)
               2013: Critics Choice: Mejor actor y actor secundario. Nominada a mejor filme
               2013: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor actor secundario (Leto)
               2013: Premios Gotham: Mejor actor (Matthew McConaughey)
               2013: Independent Spirit Awards: Mejor actor (McConaughey) y actor secundario (leto).

Puntuación: 8,5/10

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